San Roque fue salvado por un perro y por ello se convirtió en el patrón de los perros. A este santo se le reconen muchos milagros de curación de perros y quienes e han rezado aseguran que sus perros sanaron o mejoraron. La intercesión de San Roque es importante.
De nacimiento contó con una señal roja en forma de cruz.
Nace en una familia acomodada, pero sus padres fallecen pronto, cuando Roque cuenta veinte años y, a partir de ese momento, se dedicó a servir a los necesitados. Viajaba, ayudando a las personas enfermas, en tiempos de peste bubónica, sanando milagrosamente a muchas personas por medio de la oración, de su tacto o imposición de manos, es decir, transmisión de energía positiva, y por medio de la señal de la cruz, bendiciendo.
Su contacto con tantos enfermos lo contagió de la peste, cuando fue a retirarse al bosque a morir, pues entonces la enfermedad era incurable y estos enfermos considerados impuros, fue descubierto por un perro de caza.
El perro lamió las heridas de Roque y el futuro santo milagrosamente comenzó a sanar. El can siguió visitándolo, lamiendo sus heridas y llevándole pan. En la Edad Media se consideraba que las lamidas de los perros sanaban las heridas.
San Roque entendió y afirmó que su ángel de la guarda había dirigido el proceso de curación por medio del can. No en vano se dice que los perro son ángeles.
Cuando sanó completamente Roque adoptó al perro, su amigo inseparable y salvador.
Pero al regreso a Francia, Roque fue confundido con un espía, hecho preso junto con su perro, en un cautiverio que duró cinco años. En la cárcel, rezó y compartió la Palabra de Dios con los demás presos, hasta que murió en 1327.
Roque fue elevado a los altares y los atributos iconográficos con los que se representa a este santo son atuendo de un peregrino y en compañía de su perro, portando una pieza de pan en la boca.