La higiene y la alimentación, la herencia y las adecuadas condiciones ambientales, son pilares básicos en la salud del jilguero. La higiene reducirá la presencia de materia orgánica fecal en el criadero o jaula; y, con ello, se elimina la carga microbiana, así previniendo la aparición de enfermedades infecciosas que para ellos pueden ser mortales.
La limpieza debe ser regular y a fondo, desinfectando bebederos, comederos, jaulas y también todo el material en contacto con las aves enfermas, porque constituyen un foco de contagio importante.
El agua debe ser renovada diariamente, esto es especialmente importante en el verano.
Como la limpieza diaria no hay nada, pero también hay que saber que existen productos acidificantes-conservantes y bebederos “de bola”, en el mercado, que mantienen la calidad del agua de bebida durante varios días en caso de que debamos ausentarnos y no haya cuidador para el jilguero.
Diariamente
debe procederse al soplado, al cribado y al relleno de la mixtura; y se debe
evitar el contacto de las semillas con la parrilla para que no se produzca contaminación con los excrementos. La bandeja, parilla y los palos de
la jaula se lavarán y desinfectarán una vez por semana, al menos. Los parásitos como los piojos o los ácaros, los mosquitos y también los roedores constituyen enemigos importantes de los jilgueros, los debilitan, estresan y les transmiten enfermedades tanto infecciosas como parasitarias, que incluso pueden llegar a acabar con sus vidas. Por ello es tan importante la desparasitación, pues los ácaros pueden causar anemia, aparte de deteriorar el plumaje, y pueden transmitir enfermedades infecciosas actuando como vectores de algunas especies de bacterias, de toxinas e incluso de virus.
Es importante la presencia de bañeras en las jaulas, a ellos les encanta darse baños habituales y también se debe usar un insecticida de uso ornitológico que será en spray o bien diluido en agua, en forma de gotas, etc. Pero hay que tener en cuenta que es beneficioso el cambio periódoco de insecticida, ya que las amenazas pueden hacerse resistentes, es decir, pueden acostumbrarse a un determinado producto con lo cual este deviene en ineficaz, al igual que pasa con los antibióticos, sulfamidas, productos de limpieza, etc.