REPRODUCO UN ARTÍCULO MUY MUY BUENO, POR SU CONTENIDO.
Prohibido decir "hijo de perra": los animales se ofenden
Prohibido decir "hijo de perra": los animales también se ofenden
Sectores del veganismo denuncian que insultar a alguien llamándole "cerdo", "buitre" o "rata" es incurrir en "lenguaje especista", es decir, el que discrimina a otras especies y se olvida de que el ser humano también es un animal.
Tenía que llegar. El lenguaje especista estalla como una granada en esta era nuestra de la ofensa, de la Fiscalía a orillas de Twitter, del juzgado furioso de lo políticamente incorrecto. Si insultas a alguien llamándole "subnormal" -incluso si lo dices de ti mismo- eres un capacitista, es decir, una persona que discrimina o siente prejuicios sociales contra las personas con diversidad funcional. Si reprendes a otro al grito de "hijo de puta", estás incurriendo en lenguaje machista y si tildas a un ser humano de "gusano", eres especista. Así hasta el infinito. Estamos atados de pies y manos a la hora de defecar en alguien, de zaherirlo, en fin, de difamar a todo plan. ¿Cuáles serán los insultos de lo políticamente correcto? ¿O es que en esa era de frágil perfección, en esa utopía loca, no se insulta ni se dicen palabrotas?
Ahondemos en esta nueva problemática: el especismo es la discriminación de las otras especies. En esta reivindicación en concreto, de los animales. La asociación SVF -Ser Vegan es Fácil- explica, en primer lugar, que el ser humano también es un animal, y niega, después, que las cualidades del animal humano o no humano desempeñen un papel lo suficientemente importante para justificar un uso diferenciado de las palabras. Por ejemplo: decir "pata" para referirse a las extremidades inferiores de los animales -o a los soportes de objetos inanimados como sillas o mesas- y "pierna" para referirnos a las nuestras. Aquí denuncian una cosificación del animal.
"Denostar a alguien diciéndole "eres un cabeza de chorlito", "eres un buitre", "qué burro eres", "no seas rata" o "te comportas como un cerdo" es incurrir en lenguaje especista."
Por eso intentar denostar a alguien diciéndole "eres un cabeza de chorlito", "eres un buitre", "qué burro eres", "no seas rata" o "te comportas como un cerdo" es incurrir en lenguaje especista. "Todos los seres capaces de sentir -seres con consciencia-, humanos o no humanos, tienen el derecho básico de no ser explotados como una propiedad o un recurso", señalan en su página. "Explotamos y ejecutamos como si fueran mercancías a doscientos mil millones de inocentes al año sólo porque pertenecen a otras especies distintas a la humana".
Contra los prejuicios
Cuentan que "utilizar el nombre de una especie animal como insulto es una forma despectiva de hablar que fomenta el prejuicio de que los intereses de los animales de otras especies -incluso los más fundamentales, como vivir y hacerlo en libertad- no tienen valor alguno". El responsable de la página, Alberto G. Núñez -músico de neiaD y colaborador en organizaciones abolicionistas como Anima, explica a este periódico que lo que piden es "consenso social" a la hora de "no hacer daño a animales siempre que sea innecesario": "Nosotros estamos en contra de utilizar a los animales para la vestimenta, para la comida, para la experimentación... y demostramos con nuestra forma de vivir que no es necesario hacerlo. Yo soy vegano desde hace muchos años", relata.
"Hay mucho condicionante lingüístico en cuanto a posicionar a la mujer por debajo del hombre. Y también hay un condicionante social que sitúa sus intereses por debajo. Pues esto es análogo con los animales"
Achaca el problema a una "cuestión cultural" y cree que lo primordial, antes que cambiar el lenguaje, es derribar "los prejuicios": "Ésta es una discriminación similar a la sexista. Hay mucho condicionante lingüístico en cuanto a posicionar a la mujer por debajo del hombre. Y también hay un condicionante social que sitúa sus intereses por debajo. Pues esto es análogo con los animales". Apunta que con el lenguaje especista estamos "dando a por hecho" que los intereses de los animales "no tienen ningún tipo de valor", porque "nadie quiere parecerse a una rata o a un cerdo".
"¿Y si alguien dice 'estás hecho un toro' como ejemplo de fortaleza, de bravura? En ese caso es positivo, pero también es especista porque distingue entre especies", le sugiere este periódico. "En ese caso no es denigrante, claro", responde Alberto G. Núñez. "Por eso en la reivindicación que he lanzado se refiere, en rojo, a insultos".
Abolicionistas
También detalla que hay insultos como "eres una zorra", o "eres un hijo de perra", que mezclan el lenguaje especista y el sexista. "Yo soy totalmente consciente de que hay una retroalimentación entre lenguaje y sociedad, pero también entre sociedad y lenguaje, así que, si no cambia la sociedad en su trato con ciertos colectivos, como las mujeres, los homosexuales o los animales, que cambie el lenguaje es intrascendente", apunta. "Es decir, podemos tener un lenguaje muy pulcro pero si se sigue dando la discriminación real, no hemos conseguido nada".
"Soy totalmente consciente de que hay una retroalimentación entre lenguaje y sociedad, pero también entre sociedad y lenguaje"
Cuenta que la línea ideológica con la que se identifica es con la "abolicionista", es decir, la inspirada por Gary Lawrence Francione -profesor de Derecho en la Universidad Rutgers de Nueva Jersey y especialista en los derechos de los animales-. El doctor sostiene que en la práctica los animales son tratados como una propiedad más y considera que el movimiento abolicionista debe tener una línea de demarcación moral en el veganismo, rechazando el consumo de cualquier producto de origen animal.
Cita también a Ana María Aboglio, abogada especializada en Filosofía del Derecho y Ética para los derechos de los animales, que también lucha contra las "opacidades morales que nublan la realidad a la que conduce la discriminación arbitraria soportada por los animales" e invita a mirar el mundo "con nuestros propios ojos", sacudiéndonos el "antropocentrismo".
Otra línea de actuación sería el "regulacionismo", es decir, el movimiento que sostiene que se puede regular la actividad de la explotación animal de manera que el sufrimiento sea minimizado. Los abolicionistas no están de acuerdo: creen que el problema tanto moral como práctico del regulacionismo es "intentar regular el crimen en lugar de abolirlo". Ahora que lo saben, y queriendo como quieren a su perro, ¿creen que le molestará que se utilice su especie como insulto? Si no, siempre podrán decir que están muy excitados, muy "calientes", y ahí estarán también los perros, y los burros, y los becerros, para ser utilizados como feliz metáfora sexual.