Imagen cedida para este artículo cuya hora de realización se estima entre las 7´30-8´00horas
Hace ya más de una semana que un amiguete del barrio está pasandolo mal. Se trata de un loro yaco que tiene su jaula grande de siempre, pero en estos días lo hemos visto penosamente encarcelado en una jaula de canario en vez de la suya de siempre, en la que si quiere sale y si no no, pero se puede mover y decidir si se pone un poco más acá o más allá.
Como buen loro que es, saluda a los vecinos al paso cuando se acercan a su casa, él lo ve todo, desde la terraza del primero, a veces es temprano y no se ha levantado todavía, pero cuando pasas te saluda con algún silvido interesante, dice alguna cosilla y le ladra a los perros.
Este bueno y simpático animal está ahora encarcelado y aprisionado en una jaula en la que no se puede mover.
Los vecinos están indignados porque esa no es forma de tratar a una criatura. Si el dueño del loro se enterara (al parecer lamentablemente ha caido enfermo) del trato que se le está dando, pensamos que todo sería muy diferente. Cómo una persona no puede querer a un ser que derrocha cariño para todos, en la medida de su alcance, simpatía y alegría.
Muchos vecinos han reparado en la tortura, porque no es sólo maltrato, tener a un ser inmovil, en la terraza, todo el día, es una tortura. Muchos vecinos han comentado el problema que tiene el pobre yaco y con el que nos solidarizamos. Muchos han tenido alguna iniciativa, unos han preguntado al vecindario, otros a los mismos dueños, otros al Seprona, otros a asociaciones protectoras en defensa de los animales; otros lo han comentado simple y llanamente con pena e impotencia, porque hay personas que no tratan a los animales no humanos como seres vivos que sienten y que les dan cariño incluso a ellos que los maltratan, sino que los tratan como objetos que no les importan lo más mínimo y os arrumban o confinan sin conciencia, quiero pensar que sin conciencia, no con maldad.
El lorito, que tiene un tamaño considerable, como todos los yacos, ahí permanece, en un espacio que no es más que el que ocupa un ordenador portátil, no se puede mover, se considera preso, y tiene razón al creerlo, todos lo afirmamos.
Queremos que el loro tenga una buena vida, por lo menos la vida que hasta hace unas semanas ha estado llevando.
Queremos que quien corresponda tome cartas en el asunto, no hace falta perjudicar a nadie, solamente resolver de forma definitiva la situación del pobre animal. Teniendo en cuenta que el responsable ha de ponerlo en su jaula grande de toda la vida y ponerlo en la terraza cuando corresponda, no todo el día, porque en la terraza al mediodía hace un "sol de justicia" que no aguanta ni el más plantao. El toldo que vemos en la foto no sirve para nada, no lo protege para nada, ya sabemos como es Sevilla para el calor.
Se trataría de concienciar al responsable, porque si no se conciencia, lo que va a pasar si el Seprona o los Locales se dirigen a él, es que el responsable ponga al pobre animal en otro lado, donde la gente no lo vea y no proteste, pero en la misma cárcel que tiene.
Lo correcto es que el responsable del animal lo trate correctamente, lo ponga en su jaula de toda la vida, en su jaula grande, y en el sitio de toda la vida, entre la terraza y la estancia contigua, sin que esté expuesto a la intemperie, al "solato justiciero", ni al desdén de nadie. No le podemos pedir que lo quiera, porque el cariño no se obliga, pero sí podemos exigirle respeto para con él.
Nuestro amigo el lorete yaco de Jorge de Montemayor
es un ser vivo, sin instintos negativos,
los animales no humanos son así,
por eso tenemos los animales humanos que aprender tanto de ellos.