El perro es de seguro el mejor amigo y aliado que puedas tener. Tratalo lo mejor posible porque se lo merece.
Puede ser que si comemos algo que a ellos les parezca interesante, nos pidan; o nosotros, por premiarlos de alguna forma por sus innumerables virtudes, les demos alimentos que, para nosotros pueden ser estupendos, pero no olvidemos que somos especies distintas y nuestro organismo presenta diferencias. De este modo, lo que para nosotros puede ser bueno para ellos no siempre lo es.
Hay cosas que no deben ni probar, entre ellas la leche, ellos no la digieren bien porque su organismo no se lleva bien con la lactosa, precisarían encimas que nosotros tenemos en nuestro organismo, pero el suyo, distinto, carece de ellos. La leche les puede causar problemas intestinales, vómitos o diarrea.
Tampoco deben probar la cerveza, los perros pueden ponerse muy nerviosos, pueden llegar incluso a atacarse entre ellos. Esto es una reacción similar a la de algunos humanos que pueden ponerse violentos incluso con una moderada ingesta de cerveza.
No pueden tomar ajo que tiene tiosulfato que les elimina los glóbulos rojos provocando la pérdida de apetito, además de problemas respiratorios y anemia, entre otros.
Son nocivas las cebollas que les pueden producir las mismas consecuencias nefastas que el ajo, pero en este caso aun pueden ser más serios los efectos.
Chocolate
Por culpa de la teobromina y, a pesar de ser algo muy apreciado por los humanos,, recordemos que nuestro perro es can no humano, para él puede ser como un veneno muy peligroso que ataca básicamente a su corazón. El perro podría sufrir paro cardíaco, fatiga o hiperactividad.
Tampoco le vamos a proporcionar ningún aguacate porque este fruto es rico en grasas que contiene persin, fungicida tóxico y nocivo para los canes. El ácido está en todo el fruto, pero es especialmente dañina su hoja y cáscara.