ADCUSPPYMA
REVISTA INFORMATIVA/EDUCATIVA DE CONSUMO,
SANIDAD Y MEDIO AMBIENTE DE ESPAÑA
Nº. –13- MAYO-JUNIO- 2016
El concepto de alimentos funcionales nació en Japón. En los años 80, las autoridades
sanitarias japonesas se dieron cuenta que para controlar los gastos sanitarios, generados
por la mayor esperanza de vida de la población anciana, había que garantizar también
una mejor calidad de vida. Se introdujo un nuevo concepto de alimentos, que se
desarrollaron específicamente para mejorar la salud y reducir el riesgo de contraer
enfermedades.
Los alimentos funcionales no han sido definidos hasta el momento por la legislación
europea. Generalmente, se considera que son aquellos alimentos, que se consumen
como parte de una dieta normal y contienen componentes biológicamente activos, que
ofrecen beneficios para la salud y reducen el riesgo de sufrir enfermedades. Entre
algunos ejemplos de alimentos funcionales, destacan los alimentos que contienen
determinados minerales, vitaminas, ácidos grasos o fibra alimenticia, los alimentos a los
que se han añadido sustancias biológicamente activas, como los fitoquímicos u otros
antioxidantes, y los probióticos, que tienen cultivos vivos de microorganismos
beneficiosos.
Como respuesta al creciente interés sobre este tipo de alimentos, han aparecido nuevos
productos y ahora el interés se centra en la necesidad de establecer normas y directrices
que regulen el desarrollo y la publicidad de dichos alimentos.
¿Por qué necesitamos los alimentos funcionales?
En Europa, ha aumentado considerablemente el interés de los consumidores por conocer
la relación que existe entre la dieta y la salud. Hoy en día, la gente reconoce en mayor
medida, que llevar un estilo de vida sano, incluida la dieta, puede contribuir a reducir el
riesgo de padecer enfermedades y dolencias, y a mantener el estado de salud y bienestar.
El apoyo que se está dando a la importancia de alimentos como las frutas, las verduras y
los cereales integrales en la prevención de enfermedades, así como las últimas
investigaciones sobre los antioxidantes dietéticos y sobre la combinación de sustancias
protectoras en plantas, está contribuyendo a impulsar el desarrollo del mercado de los
alimentos funcionales en Europa.
La necesidad de contar con alimentos que sean más beneficiosos para la salud, también
se ve apoyada por los cambios socioeconómicos y demográficos que se están dando en
la población. El aumento de la esperanza de vida, que tiene como consecuencia el
incremento de la población anciana y el deseo de gozar de una mejor calidad de vida,
así como el aumento de los costes sanitarios, han potenciado que los gobiernos, los
investigadores, los profesionales de la salud y la industria alimenticia busquen la
manera de controlar estos cambios de forma más eficaz. Ya existen una gran variedad
de alimentos a disposición del consumidor, pero en estos momentos la prioridad es
identificar qué alimentos funcionales pueden mejorar la salud y el bienestar y reducir el
riesgo o retrasar la aparición de importantes enfermedades, como las enfermedades
cardiovasculares, el cáncer y la osteoporosis. Si los alimentos funcionales se combinan
con un estilo de vida sano, pueden contribuir de forma positiva a mejorar la salud y el
bienestar.
REVISTA INFORMATIVA/EDUCATIVA DE CONSUMO,
SANIDAD Y MEDIO AMBIENTE DE ESPAÑA
Nº. –13- MAYO-JUNIO- 2016
El concepto de alimentos funcionales nació en Japón. En los años 80, las autoridades
sanitarias japonesas se dieron cuenta que para controlar los gastos sanitarios, generados
por la mayor esperanza de vida de la población anciana, había que garantizar también
una mejor calidad de vida. Se introdujo un nuevo concepto de alimentos, que se
desarrollaron específicamente para mejorar la salud y reducir el riesgo de contraer
enfermedades.
Los alimentos funcionales no han sido definidos hasta el momento por la legislación
europea. Generalmente, se considera que son aquellos alimentos, que se consumen
como parte de una dieta normal y contienen componentes biológicamente activos, que
ofrecen beneficios para la salud y reducen el riesgo de sufrir enfermedades. Entre
algunos ejemplos de alimentos funcionales, destacan los alimentos que contienen
determinados minerales, vitaminas, ácidos grasos o fibra alimenticia, los alimentos a los
que se han añadido sustancias biológicamente activas, como los fitoquímicos u otros
antioxidantes, y los probióticos, que tienen cultivos vivos de microorganismos
beneficiosos.
Como respuesta al creciente interés sobre este tipo de alimentos, han aparecido nuevos
productos y ahora el interés se centra en la necesidad de establecer normas y directrices
que regulen el desarrollo y la publicidad de dichos alimentos.
¿Por qué necesitamos los alimentos funcionales?
En Europa, ha aumentado considerablemente el interés de los consumidores por conocer
la relación que existe entre la dieta y la salud. Hoy en día, la gente reconoce en mayor
medida, que llevar un estilo de vida sano, incluida la dieta, puede contribuir a reducir el
riesgo de padecer enfermedades y dolencias, y a mantener el estado de salud y bienestar.
El apoyo que se está dando a la importancia de alimentos como las frutas, las verduras y
los cereales integrales en la prevención de enfermedades, así como las últimas
investigaciones sobre los antioxidantes dietéticos y sobre la combinación de sustancias
protectoras en plantas, está contribuyendo a impulsar el desarrollo del mercado de los
alimentos funcionales en Europa.
La necesidad de contar con alimentos que sean más beneficiosos para la salud, también
se ve apoyada por los cambios socioeconómicos y demográficos que se están dando en
la población. El aumento de la esperanza de vida, que tiene como consecuencia el
incremento de la población anciana y el deseo de gozar de una mejor calidad de vida,
así como el aumento de los costes sanitarios, han potenciado que los gobiernos, los
investigadores, los profesionales de la salud y la industria alimenticia busquen la
manera de controlar estos cambios de forma más eficaz. Ya existen una gran variedad
de alimentos a disposición del consumidor, pero en estos momentos la prioridad es
identificar qué alimentos funcionales pueden mejorar la salud y el bienestar y reducir el
riesgo o retrasar la aparición de importantes enfermedades, como las enfermedades
cardiovasculares, el cáncer y la osteoporosis. Si los alimentos funcionales se combinan
con un estilo de vida sano, pueden contribuir de forma positiva a mejorar la salud y el
bienestar.