Recientemente hemos conocido en Inforesidencias.com a Manuel Balibrea, un psicólogo especializado en terapia con perros,
entre otros lugares, en residencias para la tercera edad que ha
llevado, algo que desde hace tiempo se lleva a cabo en algunas
residencias, a un nivel superior.
Manuel Balibrea ha desarrollado un programa formativo para que los profesionales de las residencias puedan encargarse de llevar a cabo la terapia. Pedimos a Manuel que nos explicase su visión sobre el tema y nos ha ayudado de verdad, aquí la tenéis:
“El ser humano debe permanecer en contacto con la naturaleza a lo largo de toda su vida para poder mantener una buena salud mental”
(Levinson, 1969)
La utilización de animales con fines terapéuticos data de tiempos inmemorables ya en la antigua Grecia se daban paseos a caballo a las persona con enfermedades incurables para levantar su autoestima. A lo largo del siglo XVIII encontramos las primeras documentaciones que utilizan el término terapia con animales y aparecen los primeros postulados sobre sus beneficios. En 1953 el terapeuta infantil Boris Levinson introduce a los animales en la práctica de la psicología clínica produciendo este hecho un gran avance en el ámbito de las terapias asistidas por animales.
Actualmente son numerosos los psicólogos, psiquiatras y diferentes profesionales del ámbito de la salud y la educación que utilizan animales en sus sesiones. Terapeutas de todo el mundo reconocen mejorías en sus pacientes al utilizar animales como elemento de apoyo.
Son muchos los colectivos que pueden beneficiarse de de intervenciones de terapia con perros donde se utiliza la figura del perro o de otro animal como apoyo terapéutico:
Usuarios con lesión medular realizando ejercicios para estimular la memoria a corto plazo y la motricidad fina y gruesa.
En todos ellos la presencia del perro actúa como catalizador social, facilita estados emocionales positivos, logra un aumento del interés e implicación por parte de los usuarios y les ayuda a mejorar el autoconcepto. Además el perro sirve como herramienta facilitadora estableciendo un poderoso canal de comunicación entre terapeuta y paciente, potenciando el vínculo.
Refiriéndonos al ámbito de la tercera edad la inclusión del perro en las actividades terapéuticas aporta importantes beneficios en las áreas física, social, emocional y cognitiva.
Una de las grandes ventajas de apoyar las sesiones de estimulación cognitiva con la intervención del perro de terapia es que los usuarios al establecer un fuerte vínculo con el animal y realizan los ejercicios mostrando una mayor implicación y nivel de esfuerzo ya que el diseño de los mismos está orientado al mantenimiento de las funciones cognitivas a través de la interacción con el perro.
Por otro lado cabe destacar el cambio de roles que facilita el cuidado del perro durante las sesiones ya que el hecho de realizar trabajos de acicalamiento y cuidado del animal además de estimular la psicomotricidad proporciona una agradable sensación de valía y mejora del auto-concepto a los usuarios que pasan de ser cuidados a ser ellos quienes cuidan mientras mantienen habilidades para la vida diaria realizando tareas como anudarle un pañuelo, cepillarlo, abrocharle collares de hebilla o vestirlo entre otras.
No debemos olvidar hacer mención del incremento de las relaciones sociales que facilitan las actividades asistidas por perros ya que es frecuente que la presencia del perro cause interés entre los residentes del centro que aunque no participen directamente en las sesiones será frecuente que se acerquen a ver, preguntar sobre la actividad, intentar incorporarse de manera espontánea y esperar a que se acabe la sesión para tener la oportunidad de saludar y acariciar al animal. Además la formación de grupos de usuarios que participen en las sesiones de terapia asistida por perros (TAP) puede ser una oportunidad para que el profesional a cargo fomente la identidad grupal y las relaciones sociales tanto dentro de las sesiones como fuera de ellas ya que los usuarios a través de estas establecen vínculos de confianza y conocimiento mutuo.
La utilización del perro de terapia también brinda la oportunidad de crear espacios psicoterapéuticos para personas sin afectación cognitiva o con afectación leve. En este tipo de sesión grupal los participantes tienen la oportunidad de encontrar un lugar donde expresarse, sentirse escuchado y poder ayudarse mutuamente a través de dinámicas específicas que pueden estar orientadas a la mejora del estado del ánimo, reducción del estrés, manejo del duelo, fortalecimiento de la autoestima o desarrollo de habilidades socio-emocionales. En este tipo de sesiones el perro puede dar soporte eligiendo los turnos de participación, realizando entrega de materiales, participando directamente en las dinámicas o únicamente ayudando a crear un ambiente distendido y relajado.
Programa de autoayuda para la adquisición de competencias socio-emocionales.
Entrega de diploma de asistencia al curso de competencias socio-emocionales asistido por perro terapéutico.
Manuel Balibrea
Psicólogo especialista en terapia asistida por perros. Col. núm. 23268
www.canine-service.com
Manuel Balibrea ha desarrollado un programa formativo para que los profesionales de las residencias puedan encargarse de llevar a cabo la terapia. Pedimos a Manuel que nos explicase su visión sobre el tema y nos ha ayudado de verdad, aquí la tenéis:
“El ser humano debe permanecer en contacto con la naturaleza a lo largo de toda su vida para poder mantener una buena salud mental”
(Levinson, 1969)
La utilización de animales con fines terapéuticos data de tiempos inmemorables ya en la antigua Grecia se daban paseos a caballo a las persona con enfermedades incurables para levantar su autoestima. A lo largo del siglo XVIII encontramos las primeras documentaciones que utilizan el término terapia con animales y aparecen los primeros postulados sobre sus beneficios. En 1953 el terapeuta infantil Boris Levinson introduce a los animales en la práctica de la psicología clínica produciendo este hecho un gran avance en el ámbito de las terapias asistidas por animales.
Actualmente son numerosos los psicólogos, psiquiatras y diferentes profesionales del ámbito de la salud y la educación que utilizan animales en sus sesiones. Terapeutas de todo el mundo reconocen mejorías en sus pacientes al utilizar animales como elemento de apoyo.
Son muchos los colectivos que pueden beneficiarse de de intervenciones de terapia con perros donde se utiliza la figura del perro o de otro animal como apoyo terapéutico:
- Tercera edad
- Discapacidad física, psíquica e intelectual
- Estimulación temprana
- Adultos y menores en riesgo de exclusión social
- Necesidades educativas especiales
Usuarios con lesión medular realizando ejercicios para estimular la memoria a corto plazo y la motricidad fina y gruesa.
En todos ellos la presencia del perro actúa como catalizador social, facilita estados emocionales positivos, logra un aumento del interés e implicación por parte de los usuarios y les ayuda a mejorar el autoconcepto. Además el perro sirve como herramienta facilitadora estableciendo un poderoso canal de comunicación entre terapeuta y paciente, potenciando el vínculo.
Refiriéndonos al ámbito de la tercera edad la inclusión del perro en las actividades terapéuticas aporta importantes beneficios en las áreas física, social, emocional y cognitiva.
Una de las grandes ventajas de apoyar las sesiones de estimulación cognitiva con la intervención del perro de terapia es que los usuarios al establecer un fuerte vínculo con el animal y realizan los ejercicios mostrando una mayor implicación y nivel de esfuerzo ya que el diseño de los mismos está orientado al mantenimiento de las funciones cognitivas a través de la interacción con el perro.
Por otro lado cabe destacar el cambio de roles que facilita el cuidado del perro durante las sesiones ya que el hecho de realizar trabajos de acicalamiento y cuidado del animal además de estimular la psicomotricidad proporciona una agradable sensación de valía y mejora del auto-concepto a los usuarios que pasan de ser cuidados a ser ellos quienes cuidan mientras mantienen habilidades para la vida diaria realizando tareas como anudarle un pañuelo, cepillarlo, abrocharle collares de hebilla o vestirlo entre otras.
No debemos olvidar hacer mención del incremento de las relaciones sociales que facilitan las actividades asistidas por perros ya que es frecuente que la presencia del perro cause interés entre los residentes del centro que aunque no participen directamente en las sesiones será frecuente que se acerquen a ver, preguntar sobre la actividad, intentar incorporarse de manera espontánea y esperar a que se acabe la sesión para tener la oportunidad de saludar y acariciar al animal. Además la formación de grupos de usuarios que participen en las sesiones de terapia asistida por perros (TAP) puede ser una oportunidad para que el profesional a cargo fomente la identidad grupal y las relaciones sociales tanto dentro de las sesiones como fuera de ellas ya que los usuarios a través de estas establecen vínculos de confianza y conocimiento mutuo.
La utilización del perro de terapia también brinda la oportunidad de crear espacios psicoterapéuticos para personas sin afectación cognitiva o con afectación leve. En este tipo de sesión grupal los participantes tienen la oportunidad de encontrar un lugar donde expresarse, sentirse escuchado y poder ayudarse mutuamente a través de dinámicas específicas que pueden estar orientadas a la mejora del estado del ánimo, reducción del estrés, manejo del duelo, fortalecimiento de la autoestima o desarrollo de habilidades socio-emocionales. En este tipo de sesiones el perro puede dar soporte eligiendo los turnos de participación, realizando entrega de materiales, participando directamente en las dinámicas o únicamente ayudando a crear un ambiente distendido y relajado.
Programa de autoayuda para la adquisición de competencias socio-emocionales.
Entrega de diploma de asistencia al curso de competencias socio-emocionales asistido por perro terapéutico.
Manuel Balibrea
Psicólogo especialista en terapia asistida por perros. Col. núm. 23268
www.canine-service.com