Tailandia: el papel de los turistas en la explotación de los animales
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Hace
unos días recibimos el mail de una joven pareja que acababa de volver
de su luna de miel en Tailandia y que nos hablaba de las muchas
atracciones turísticas con animales que el país ofrece. En su denuncia
nos resultó particularmente alarmante leer como reaccionan muchos
turistas antes el sufrimiento de estos animales y lo poco informadas que
siguen estando las personas a la hora de viajar….
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“La semana pasada yo y mi marido volvimos de nuestro viaje de novios en
Tailandia.
A pesar de haber vivido una experiencia inolvidable desde muchos puntos
de vista, sin duda regresamos con una sensación más bien triste por lo
que se refiere a las condiciones de vida de los animales empleados en
las actividades turísticas de este país. Y sobretodo porque hemos podido
darnos cuenta que estas mismas actividades se siguen organizando a
causa de la estupidez de los turistas extranjeros: en más de una ocasión
nuestra guía – una mujer local muy maja – nos habló de los maltratos
que padecen estos animales, pero no tuvo otro remedio que organizar una
visita del último momento en este u otro centro, para satisfacer las
insistentes peticiones de nuestro compañero de viajes.
Al tratarse de un viaje organizado, nosotros también acabamos
visitando instalaciones con animales y asistiendo a espectáculos con
ellos, y si antes teníamos nuestras dudas, ahora podemos confirmar que
vuestras recomendaciones son totalmente acertadas y que se te encoje
literalmente el corazón al ver cómo viven y lo que son obligados a hacer
estos animales.
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Nuestro viaje era organizado por
El Corté Inglés y en nuestro recurrido iba incluida la visita al “
Maetaman Rafting Elephant Camp”,
un supuesto “orfanato de elefantes” donde estos pobres animales son
obligados a hacer la mil y unas: pintar, jugar al futbol, subir sobre
sus espaldas un turista tras el otro y bailar con el hula hoop. Todo
esto, por supuesto, con pesadas cadenas colgando del cuello y bajo la
amenaza de los palos puntiagudos de los mahouts. En fin, un espectáculo
lamentable.
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Pero
como indicado, nuestra experiencia no acabó aquí ya que nuestros
compañeros de viajes suplicaron literalmente a la guía para que nos
llevara a ver también tigres y cobras.
Así acabamos asistiendo al
“Cobra Show”, el espectáculo
más triste al que jamás he tenido que presenciar. Se trató básicamente
de ver cómo un par de “valientes” golpeaban, arrastraban y aterrorizaban
a unas serpientes indefensas y luego incluso, obligaban una de ellas a
luchar contra un hurón que la mordía repetidamente en la cabeza.
Terrible no? Pues que sepáis que el sitio estaba repleto de gente
aplaudiendo y riendo.
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En
referencia al tema tigres, nuestra guía se negó a llevarnos al Tiger
Temple (esto nos puede dar una idea de cómo tienen que estar los
animales allí) alegando las tristes condiciones de vida y los abusos que
padecen los felinos del centro.
Así que acabamos en el
Tiger Kingdom,
un lugar donde, supuestamente, los tigres viven en mejores condiciones.
Pero la verdad es que lo que vimos nosotros fueron unas cuantas jaulas
casi privas de cualquier tipo de enriquecimiento ambiental, donde los
animales estaban divididos por edades (adultos con adultos, cachorros
con cachorros) y se pasaban todo el día durmiendo. A pesar del gran
calor que hacía, nosotros nos fuimos más que convencidos que esos tigres
estaban drogados, porque no me puedo creer que un tigre – uno de los
depredadores más peligrosos del mundo – pueda seguir durmiendo mientras
que, uno tras el otro, centenares de visitantes le estiran la cola,
juegan con sus orejas y le disparen el flash de sus cámaras de foto en
la cara.
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Como
he dicho al principio de esta carta, no creo podamos esperarnos que
personas y poblaciones de recursos limitados dejen de ofrecer estas
actividades, mientras que los turistas sigamos pidiendo y pagando por
ellas. En mi opinión, la única esperanza para estos animales, es que nos
informemos muy bien antes de viajar a cualquier destino y vivamos
nuestras vacaciones de manera un poco menos egoísta.